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Comida en el embarazo y lactancia

No se me ocurrió pensar nunca, hasta que fui teniendo contacto más directo con embarazadas, que había cosas que no se podían comer. Una vez salió el test positivo empecé a poner algunas cosas en práctica, quedándome por descubrir otras tantas por el camino.


Vamos a ello.

Cuando acudimos a la matrona o especialista al enterarnos que estamos embrazadas nos mandan realizarnos un análisis de sangre. Tenemos que esperar los resultados de esa primera analítica, para ver cómo estamos en general y si nos sale la toxoplasmosis (infección por un parásito que puede estar en la carne cruda, entre otros) positiva o negativa.

En mi caso salió negativa, es decir, que no había pasado la enfermedad, por lo que tuve que evitar en el embarazo: embutidos, patés y sobrasada. Se pueden consumir si se congelan previamente (unos 3 días, consultar con especialistas) o si están cocinados, bien al horno, a la plancha...lo importante es no comerlos crudos. Yo en mi caso solo me congelé un fuet, comí sobrasada horneada y poco más hasta la noche del parto, en la que me comí un bocata de jamón nada más subir a la habitación. Delicioso.


Otras cosas que no se recomiendan comer son productos sin pasteurizar (especial atención a los quesos, gazpachos...), salmón ahumado, huevo crudo (mayonesa casera, ajoaceite...), pescados altos en mercurio, verduras de hoja verde (consumo puntual). Es importante lavar bien las verduras, hortalizas y frutas (sobre todo las que vayamos a comer con piel).

También se recomienda tener cuidado con los gatos callejeros...y creo que no me dejo nada.


Si los análisis reflejan cualquier alteración tendréis que cumplir la dieta que os marque la matrona o el especialista. Principal atención a los niveles de azúcar en la gestación, riesgo de sobrepeso mama/bebé, adicciones y cualquier factor que pueda entrañar algún riesgo. Es conveniente comentar cuándo se puede hacer una excepción, con qué alimentos (o si hay algo que os apetece muuucho) y cuáles son los imposibles.


Con el paso de las semanas el cuerpo os irá diciendo cosas, lo notaréis. A parte de los llamados "antojos", puede ser que lo que comíais antes ya no os siente bien o cosas que no os gustaban os llamen la atención.

En mi caso me pasé a la pasta integral, me resultaba menos pesada a la hora de hacer la digestión. Empecé a tomar frutas para desayunar, pues preferí dejar de lado el café. Ensaladas de tomate, mozzarella y aguacate para almorzar; lentejas y fruta para comer, yogur con avena y pipas en la merienda, pescado con verduras al horno en la cena... este era el #menúdeundíacualquiera en mi nueva vida de embarazada, y ahora en la lactancia, hasta que se ha convertido en un habitual.





Los fritos o guisos con aceite me eran pesados de digerir, por lo que también los dejé bastante de lado. Trataba de comer pescado al menos tres veces a la semana y alimentos ricos en hierro. Berberechos, pistachos, carne roja en distintas elaboraciones, quinoa, mejillones, anacardos...todos bienvenidos a la mesa y como snack. Con todo ello desarrollamos otros hábitos a la hora de comer que seguimos manteniendo, pues en la lactancia también se debe cuidar la dieta (lo que ingerimos pasará al bebé a través de la leche materna). Os aconsejo observar, si veis que algún día tiene gases o tiene más molestias que las habituales, lo que habéis comido. Yo tuve una temporada que no podía comer brócoli, pudo ser casualidad o coincidencia, pero parece que al principio de la lactancia no le sentaba muy bien. También hay ciertos alimentos que pueden cambiar el sabor de la leche, como el ajo o los espárragos.


La lactancia también me daba mucha sed, botella de agua siempre en mano para estar bien hidratada, y también me dio por comer chocolate. Siempre he sido de salado, pero los mini polos de chocolate me los comía a pares, y aún lo hago, con moderación.


Los primeros meses, e incluso hasta el primer año de lactancia, mantuve un control medianamente estricto para procurar la ingesta diaria de fruta, verdura, legumbres, cereales, alimentos ricos en hierro... A partir del año, al empezar también la guarde y estar varias horas sin darle el pecho, el café volvió a formar parte de mis mañanas, ¡y menos mal!, alguna copa de vino los fines de semana y algo de fast food puntual.

No obstante mantenemos las costumbres adquiridas, ya que el peque come lo mismo que nosotros, pues es importante que coman con nosotros (siempre que la franja horaria lo permita) y nos vean comer lo mismo.

Para ello tratamos de elaborar menús semanales para que sea más rápida la gestión y elaboración, al saber qué vamos a comer cada día. De este modo agilizamos la compra i evitamos la incertidumbre diaria de no saber que hacer para cenar.

¡Os invito a planificaros con nuestra plantilla de menú semanal gratuita!





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