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#Lactancia

Actualizado: 26 ago 2021

Por donde empezar...pues bien, por el principio. Voy a contaros mi caso en concreto, mi experiencia desde que empecé a notar como mis pechos hinchaban, hasta el punto que ya no les quedaba más piel para seguir creciendo (con todo lo que ello conlleva), y cómo finalmente pude llevar a cabo la lactancia de forma cómoda y gratificante para los dos.





Es un tema con el que no quise obsesionarme, no me hice una idea concreta ni decidí rotundamente lo que iba a hacer al respecto en ningún momento. Escogí dejar pasar el tiempo y ver como iba evolucionando todo, yo inclusive.


Os cuento...


Empecé a notar que los pechos se agrandaban prácticamente desde que el test dio positivo, por no decir antes. A medida que iban pasando las primeras semanas noté que mis sujetadores empezaban a apretar, se me iban quedando pequeños. Es entonces cuando se puede empezar a comprar sujetadores de copa un tamaño más grande y valorar, sin presiones, si vamos a intentar llevar a cabo la #lactancia o no. En caso afirmativo, recomiendo que los sujetadores que compres ya sean de lactancia, es lo que hice yo y los sigo usando todavía. Aquí te dejo algunos super cómodos para el día a día, pues cogen bastante el pecho por su diseño …aunque estéticamente no sean los mas sexys del mercado.



Seguimos.

Hasta el día del parto, se fueron sucediendo los acontecimientos al respecto.

Oscurecimiento y agrandamiento de las areolas. Al parecer, les sirve a los bebes para encontrar el pezón, pues con su escasa visión al principio, esto les ayuda a localizar la zona y les guía (junto con el olor) hacia la fuente de alimento, es una de las teorías.

Alrededor de la semana treinta y poco notaba que los sujetadores estaban un poco mojados, al parecer la naturaleza estaba siguiendo su curso y empezaba a segregar calostro, preparándose así el cuerpo para la llegada del peque. Primero empezó un pecho y luego el otro, no era cantidad abundante pero si unas gotitas que evidenciaban lo que estaba pasando. Fue una sensación rara en primer momento pero que me hizo ser consciente de que mi cuerpo seguía adaptándose a la situación y me dio la señal de que probablemente la subida de leche se iba a producir y, por ello, empecé a considerar entonces el ser mamá lactante.

No obstante, tenía poco más que un cojín de lactancia, un par de sujetadores, un pijama desabrochado y algo de ropa de embarazo que servía también para lactancia. Como nació en verano, pensé que podría usar muchos de los vestidos y blusas fresquitas que ya tenía, así que ya no compré nada más. Tenía también biberones y demás utensilios preparados para usar si se daba el caso.


Comentándolo con mi marido, incansable y fuerte apoyo, decidimos que haríamos lo que en el momento fuese mejor para el bebé y para mí. La mayoría de matronas, pediatras y mucha gente de nuestro alrededor abogan por la lactancia, hasta tal punto que pueden llegar a crearnos obsesiones o frustraciones en caso de no conseguir llevarla a cabo. Es importante que cada una sepamos hasta donde queremos llegar y tener claro que lo primero es el bebé y nosotras. Se va a alimentar igualmente con biberón, va a lograr sobrevivir (eso pensaba yo antes y después de enfrentarme al proceso; aunque la leche materna le aporta nutrientes y evoluciona con él de manera natural, las leches de formula están perfectamente elaboradas y testadas para ello también).

Lo que quiero decir, es que no vas a ser una #malamadre por que en algún momento decidas que vas a dar biberón a tu bebé. Bien por decisión propia, por necesidad o por cualquier inconveniente que pueda surgir durante el proceso. Debes tener claro que has hecho lo que has considerado mejor para ambos y, por tanto, lo correcto.


Entrando en la recta final, todos los preparativos, ultimar la habitación y otras cosas me distrajeron del tema hasta que de repente, y sin avisar, llegó el gran día. Solo pensaba en el momento de verle la cara, que estuviese bien y la emoción y nervios de la situación no me dejaron pensar tampoco en ello entonces.

Ya en la sala de dilatación, la matrona me dijo: -"mira, que sabio es el cuerpo". Al mirar mi bata azul de hospital, vi que tenia mojada la zona del pecho, el calostro empezaba a salir nuevamente por la oxitocina y la emoción del momento. -"¿Vas a darle pecho?" -dijo, -"lo intentaré" -le respondí, nerviosa y distraída por los latidos del monitor y las contracciones.


De repente unos ojos muy abiertos miraban el mundo por primera vez desde mis brazos. Una montaña rusa de emociones, un momento en que el tiempo parece detenerse...puro amor, felicidad. Compartir ese momento con mi marido lo hizo perfecto, no podíamos haberlo imaginado mejor. El parto os lo cuento en otro post. (Lo que sí os recomiendo es que no os hagáis idea de nada, dejad que fluya y dejad que pase, no dejéis que nada condicione ni os empañe el momento).

Cuando terminaron de hacerle el chequeo y comprobaron que todo estaba bien, su papá lo volvió a poner en mis brazos y una enfermera me lo "enganchó" al pecho...es aquí cuando empieza realmente nuestra aventura en la lactancia.


"#DarElPechoNoDuele" verdad a medias, dependiendo del caso. Al principio no se cogió bien (esto lo supe después), y sí que dolía. No estaba succionando, estaba mordiendo con las encías intentando sacar el pezón. Ese mismo día, más tarde, un amable y atento enfermero me mostró como ponérselo más fácil pellizcándome la areola e intentando que cogiera una parte de la misma para poder succionar más cómodamente. Si os fijáis en alguna del montón de fotos de lactancia que hay, os daréis cuenta que el bebé no solo coge el pezón. Fue ahí el primer momento en que no me dolió, y que noté que sí que succionaba (como un pequeño pinchazo, indoloro pero perceptible). No obstante no era fácil, en el hospital sentías la tranquilidad de que tenías poyo las 24h, bien para la lactancia o para cualquier otro inconveniente o duda que pueda surgir. Llegar a casa es totalmente diferente, te abruman las sensaciones y aunque tienes el apoyo de la familia y los seres queridos (que cada uno te dará su punto de vista, intentando ayudar siempre, y con la mejor voluntad posible, aunque muchas veces producen el efecto contrario) la que tiene que enfrentarse a la lactancia eres tu. Mamá y bebé vais a pasar mucho tiempo juntos.

El principio es un poco desconcertante, muchos cambios en poco tiempo, no sabes si lo estas haciendo bien, crisis de lactancia, saber si está pasando hambre, recuperación post parto, hormonas a flor de piel...y podría seguir hasta el infinito, sobretodo si es la primera vez como en mi caso. Todo es nuevo.


Llegué a casa, sin más conocimientos que el recuerdo del enfermero, lecturas del blog https://albalactanciamaterna.org/ (que me han acompañado bastante a lo largo del proceso, y aun sigo leyendo, ¡gracias!) y los conocimientos de las clases preparto a las que no pude terminar de asistir ni leer por que se adelantó un par de semanas.

Entonces decidí hablar con él, sabía que era muy pequeño y que no me entendía (o eso pensaba yo) y le expliqué la situación; lo íbamos a intentar, y así lo hizo.

Tardábamos en conectar al principio (yo le llamaba conectar por que me recordaba a Avatar, cuando crean el vínculo con sus "direhorses"; cosas de las hormonas y cansancio imagino xD), trataba de ponerlo bien posicionado: ombligo con ombligo, diagonal al pecho, pellizco aureola y a succionar; la teoría. En la práctica me había subido la leche, tenía los pechos super hinchados hasta el punto de doler y llegó a salir leche alguna de las veces al no dar cabida a más, le costaba bastante tiempo y esfuerzo engancharse bien para comer. Resultaba doloroso darle el pecho en este momento, pues el pezón estaba prácticamente plano por la tensión y la tirantez de la piel. Una buena amiga, de las mejores que se pueda tener, acudió al rescate con un artilugio muy valioso en aquel momento: el sacaleches.



Nunca había visto uno y menos sabía como usarlo, pero ella sí. Debía colocar el pecho en la copa, darle primero a succionar para sacar un poco el pezón (ya salía leche) y después a extraer para vaciarlo un poco y que no doliese tanto. Fue de gran ayuda, sobretodo para aliviar los dolores y conseguir que el bebé se cogiese mejor y sin tanto esfuerzo, lo agradecimos los dos con creces. No hacía tanta fuerza al principio para succionar, se cansaba menos y, por tanto, comía más y mejor en menos tiempo. Así hicimos frente a nuestro primer reto de esta aventura y seguimos adelante con el proceso.


A la hora de dar el pecho, es importante estar cómodas y una buena postura, brazos descansados y sin tensión, pues vamos a pasar mucho tiempo dándoles el pecho, sobretodo el primer mes. Son tan pequeños y sus mandíbulas inexpertas que se cansan enseguida de succionar, por ello muchas veces se duermen y se vuelven a despertar del hambre. Por eso se dice que los bebés solo comen y duermen...y hacen caca, por que se cansan de succionar y se despiertan por el hambre nuevamente, y así una rueda las primeras semanas. Hay que sumarle la recuperación, cansancio, visitas, entre otros, pero se sobrevive.

Recuerdo el primer mes con un bebé pegado a la teta a todas horas, olor a leche y gotas por todas partes. Pasan tanto tiempo enganchados que el cuerpo no para de producir hasta que, por suerte, en unas semanas se regula la producción y estas cosan van dejando de pasar prácticamente sin que apreciemos el cambio hasta que sucede.


Tuve momentos en que pensé desistir, lo confieso, sobretodo al aparecer las grietas, cuando el dolor era insoportable y no se curaban por estar siempre humedecida la zona.

Hay unas cremas que podréis encontrar en la farmacia o hay hospitales que dan una muestra, os recomiendo pedirla (mejor no usarla que no tenerla). Normalmente no son tóxicas, pero es recomendable quitar los restos antes de darle de comer al bebé.

El proceso es el siguiente: limpiar el pecho al terminar la toma con agua tibia y jabón, secar con una gasa, aplicar la crema en la zona de las estrías y dejar secar hasta la siguiente toma, antes de la cual deberemos limpiar la zona con agua y jabón nuevamente. Y así las miles de tomas al día, cada dos tres horas en el mejor de los casos, día y noche. No se curaban, no creí necesario pasar por ahí.

No obstante encontré solución cuando más al límite estaba. Gracias a una amiga pediatra, en la revisión del peque, y de casualidad por un comentario de mi marido, conocí lo que sería el recurso que me salvó de desistir en la lactancia. PEZONERAS, cómodas, prácticas y mis queridas pezoneras. Gracias a ellas sigo hasta día de hoy, y termina de cumplir 2 años. Nadie me había planteado esta alternativa; ni la matrona, ni grupo de lactancia cercano...y tampoco había leído al respecto (tampoco tenía demasiado tiempo para hacerlo). Las pedí enseguida.



Al principio no sabía muy bien como ponerlas, se caían. Vamos a ello. Son como un sombrero con ala (para entendernos), llevan una marca en la parte de la tetina, a un par de centímetros del cuello; la localizamos y doblamos por ahí, para que quede en la parte baja la rayita (como si abriésemos la tetina por debajo) después la acercamos al pezón, debe estar seco, y la ventosa hace que se adhiera, dejando la parte del ala en la areola adherida, y el pezón y parte de la misma dentro de la tetina; ahí se obra el milagro y el bebé empieza a succionar cómodamente.

Cuenta la leyenda que los bebés que prueban el biberón o la pezonera después notan extraño el pecho y viceversa, no fue mi caso por lo que no creo que sea del todo cierto. Sí que es verdad, que ante el cambio sienten textura extraña, no obstante si bañamos el pecho, la tetina o el biberón con un poco de leche, detectan que ahí hay alimento y empiezan a succionar, o al menos eso sucedió en mi caso.

Deciros que yo sólo tenía grietas en un pecho, por lo que usaba pezonera en uno sí y en otro no; se adapto enseguida y cuando ya estuve recuperada no las echó de menos nunca. Si tenéis grietas en los dos os recomiendo os curéis, no hace falta padecer, seguro que luego en un par de días se vuelve a adaptar el pecho con normalidad y podéis disfrutar los dos de la lactancia y, si no, la pezonera es también un recurso perfectamente válido para esta etapa.


Aunque al principio parezca complicado poco a poco se va convirtiendo en un hábito, el cuerpo se acostumbra, el bebé se adapta y nos sumimos en una nueva rutina donde muchas veces la falta de sueño y cansancio pretenden apoderarse de nosotras. Es importante descansar y seguir el ritmo del bebé sobretodo al principio (dentro de las posibilidades de cada una) encontrar tiempo para nosotras, ir a nuestro ritmo y dejar que el mundo siga girando. Todo va a ir genial, seguro, sea cual sea vuestro camino.


Os dejo más posts específicos del tema en el blog. Lactancia y dormir, salidas con el bebé, ropa para la lactancia, crisis...y mucho más para acompañaros en esta aventura e intentar facilitaros el proceso en la medida de lo posible.








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